viernes, 13 de junio de 2014


La Bella y La Bestia.



Era un rico mercader con tres hijas: las dos mayores nada agraciadas, además de ociosas, y la tercera tan bonita, a quien llamaban Bella. El mercader empobreció y se vio obligado a vender sus propiedades. Se mudaron a vivir a una humilde y precaria cabaña, despidiéndose de los criados y amas que antes les habían servido.




Pero si las hermanas mayores no olvidaban su ociosa forma de vivir sin reparar en la realidad, la menor Bella realizaba las labores de casa y se sentía muy bien porque con esto ayudaba a su padre caído en desgracia. Por esos días llegó una carta al padre de Bella, en la que le ofrecían un empleo en una ciudad lejana. Esto le alegró la vida, por lo que se animó a decirle a la más hermosa de sus hijas: "Bella mía, ¿qué regalo te traeré cuando vuelva?". Iba a pedir, pero sus hermanas la atropellaron: "¡Para nosotras unos lindos vestidos!", Después, Bella añadió: "Padre, yo sólo quiero la rosa más linda del mundo". 


 Luego de realizar su trabajo, y volviendo a casa, el mercader se extravió en el bosque. Se subió a un árbol y observó un gran castillo. Llegó y sus puertas estaban abiertas. Ingresó, hallando la cena servida y una alcoba para reparar su cansancio. Al otro día, el desayuno estaba servido. Paseó por el jardín de donde arrancó la rosa más hermosa. Fue allí que asomó la presencia de un ser monstruoso: "¡Maldito! -gritó- te doy comida y reposo, y tú me pagas robando mis rosas". Lo sentenció a muerte; pero luego desistiría: "Te perdonaré -le dijo el monstruo- si me traes al primer ser que salga a recibirte al llegar a casa". Pensó timarlo y aceptó. Al retornar a casa, fue Bella quien salió a recibirlo. El mercader se lo contó todo y su hija le dijo que debía cumplir con lo prometido. Conoció al monstruo y Bella le expresó su rechazo, pero respetó el trato y se quedó a vivir con él. Fueron unos días hermosos, porque el monstro exhibió su gran corazón y la: trató como a una reina.


Pero huía de él si quería hablarle de amor. Avisaron a Bella que su padre estaba grave y suplicó al monstruo le permita verlo. Él aceptó, dándole un anillo con virtudes mágicas. Su padre sanó con sólo ver a su hija. Pasaron los días y Bella sintió que extrañaba la presencia del adorable monstruo. Frotó el anillo y vio una tumba. Corrió al castillo y lo halló muriendo de pena ante su ausencia. Lo besó diciéndole que lo amaba y, reviviendo, el monstruo se transformó en un bello príncipe azul. Se casaron tuvieron muchos hijos y fueron muy felices. Fin